miércoles, 19 de octubre de 2011

Invisible

Tiene su gracia ser invisible.
Ves pasar a tu lado a gente que no te ve, puedes cruzarte, casi tropezarte, hacer muecas, reír o llorar sin que ninguna mirada caiga sobre ti.
No solo es cómodo. Es tremendamente útil.

Y te conviertes en humo, en aire, en nada, un espacio vacío.
Convives con todos, ocupas el mismo espacio, pero a un tiempo pareciera que no estás, es como ser un fantasma, una criatura transparente que recorre las calles  de una ciudad cualquiera totalmente abarrotada de personas sin alma y con solo ojos para ellos mismos y sus aburridas vidas.

Con la mirada baja, adelantas a un señor  trajeado que habla poderosamente por su teléfono móvil, lanzando improperios al aire como si tuviera la culpa, y esbozas media sonrisa compadeciéndote del oyente del otro lado de la línea. Te sube una dosis de empatía imaginando a un subordinado con las orejas rojas y muerto de miedo.

Una señora de mediana edad( o edad indefinida), de labios siliconados y expresión muerta a golpe de bisturí -ropa extravagante y andares no menos llamativos- pasea  una perrita modelo “lamechochos” tuneada como su dueña, mientras tu reflejo pasa detrás de ella en el espejo de un escaparate en el que se miran ambas. -Pasas desapercibido-.
Me gusta ser invisible, puedes observar sin ser visto, camuflarte entre una maraña humana pasando completamente desapercibido.
Además, tengo que ir hoy al súper, mi nevera esta pidiendo a gritos un poco de relleno en sus estantes.
Un sitio mas donde disfrutar de tu transparencia, llevas la caja vacía por los pasillos de un mundo lleno de gente ciega.
Cojo distraídamente  una botella de vino tinto joven  en el estante , veo de reojo como una mujer coge dos y las pone en una cesta. Nadie te pregunta si te gustaría beberte ese vino esta noche.

- ¿Como te gusta la carne? Tu tienes carácter, ha de gustarte en su punto.

Te gustaría tomarte ese vino un buen solomillo, rosado por dentro, pero no excesivamente sangrante..cocinado en su punto justo de sabor y color .
Solomillo.. Piensas en el solomillo, hace tiempo que no tienes una bonita cena, con toda su parafernalia.. restaurante caro, camareros extremamente atentos, el rojo vino ondeando en un copa alta.
De repente te ves en un restaurante de lujo, y ya no eres invisible, el camarero te abre la puerta, te hace casi una reverencia a la que respondes con un gesto contenido..una sonrisa –esa si, invisible- y das un paso al frente con ímpetu y decisión.
Despiertas, algo se ha caído detrás tuyo, ruido de cristales te sacan del sopor, te giras a mirar y una niña de pelo rubio y rizado y mofletes enrojecidos te mira orgulloso de su hazaña mientras su mama añora tu invisibilidad  y piensas que aún te faltan cosas por llenar el carro.
Te despides del pequeña sacando la lengua y te sientes observado por una vez hoy, orgulloso de haber provocado una risa a ese pequeño ser.

1 comentario:

  1. Lamento decirte que yo tampoco te he visto... Pero por causas totalmente ajenas a mi voluntad... Es más creo que ha sido todo por voluntad tuya...:-P) Como ves...te sigo leyendo...es lo único que me alegra la crisis...

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