«En ocasiones, cuando más ajeno estás a todo, cuando menos esperas que ocurra algo que altere tu vida, el destino te juega una mala pasada y te golpea en la cara con guante de hierro. Entonces miras a tu alrededor, desconcertado, y te preguntas por dónde vino el golpe y qué ha pasado exactamente para que el suelo se esté hundiendo bajo tus pies. Darías lo que fuera por borrar lo que ha sucedido, añoras tu normalidad, tus viejas costumbres, quisieras que todo volviera a ser como antes... Pero ese antes es otra vida, una vida a la que, incomprensiblemente, ya no puedes regresar.»
Matilde Asensi - El origen Perdido
sábado, 11 de julio de 2009
sábado, 4 de julio de 2009
Noche
Caminaban en silencio uno junto al otro, solo el eco de sus pasos por las calles mojadas y silenciosas a media noche actuaba a modo de única compañía. Eran amigos, o eso se presuponía. Pero el hacía tiempo que había olvidado eso y ahora luchaba contra sus demonios internos. Sin mediar palabra, sólo el eco de sus pasos le acompañaban: un incesante golpeteo que parecía burlarse de él distrayéndole de sus pensamientos.
La noche, la oscuridad espesa y una ligera niebla contribuían a aumentar su malestar, a que la desazón de su interior creciera cada vez más a cada paso,las mariposas estomacales habian echado a volar y campaban a sus anchas por su interior.. vio las pequeñas nubecitas blancas de condensación que formaba su boca al respirar, y un escalofrío inconsciente recorrió su interior y le obligó a cerrar los ojos. No era sólo por el frío que reinaba a su alrededor. Quiso darse la vuelta y salir disparado hacia un lugar más cálido. Quiso sentir su calor, lanzarse a sus brazos.Quiso deslizar sus manos por su espalda con fuerza.
- Tengo frío… - consiguió decir torpemente cuando por fin pudo deshacerse del nudo que ahogaba sus palabras.
Y ambos apretaron el paso.
La noche, la oscuridad espesa y una ligera niebla contribuían a aumentar su malestar, a que la desazón de su interior creciera cada vez más a cada paso,las mariposas estomacales habian echado a volar y campaban a sus anchas por su interior.. vio las pequeñas nubecitas blancas de condensación que formaba su boca al respirar, y un escalofrío inconsciente recorrió su interior y le obligó a cerrar los ojos. No era sólo por el frío que reinaba a su alrededor. Quiso darse la vuelta y salir disparado hacia un lugar más cálido. Quiso sentir su calor, lanzarse a sus brazos.Quiso deslizar sus manos por su espalda con fuerza.
- Tengo frío… - consiguió decir torpemente cuando por fin pudo deshacerse del nudo que ahogaba sus palabras.
Y ambos apretaron el paso.
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