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Responder... ¿a qué? ¿Con qué?

Tal vez el único medio de hallar una respuesta sea hacer la pregunta correcta. Existe un viejo proverbio que dice que 'quien hace una pregunta tonta recibe una respuesta idiota'. El problema es que demasiadas veces en la vida no sabemos si nuestras preguntas son tontas o no. Y por ello demasiadas veces en la vida no nos atrevemos a hacer una pregunta simplemente por miedo a recibir una mala respuesta... o incluso a no recibir respuesta.

Y muchas veces debido a ello perdemos la oportunidad de recibir una respuesta que posiblemente hubiera cambiado nuestras vidas. Cierto, cuando una pregunta se forma desde el fondo del corazón, la respuesta siempre es difícil... Tan difícil como llegar a mirar a alguien a los ojos y dejar que
por una vez en la vida sea nuestro corazón quien hable y no simplemente nuestra cabeza. Porque a veces nuestro corazón puede discernir cosas que nuestra mente aún ignora.

Responder. Las preguntas sencillas no siempre tienen una respuesta sencilla... al igual que no siempre es necesaria una respuesta complicada para una pregunta difícil. En cualquier caso lo importante de las preguntas y las respuestas es siempre el momento en que se hacen. Pues la misma
pregunta que ayer te hicieron carecerá mañana de todo interés.

Esa pregunta que por miedo o cobardía alguien no se atrevió a hacer podría haber cambiado el rumbo de muchas historias. Una simple pregunta en el momento adecuado hubiera cambiado el curso de muchos acontecimientos.

Pero fue otro quien hizo la pregunta... alguien que quizá mereció mejor respuesta... aunque eso es algo que ahora ya nadie podrá jamás responder.

Porque la única pregunta para la que no existe respuesta es aquella que no se hace. O aquella que no sabe hacerse. Y así al final lo cierto es que el único medio de hallar una respuesta es hacer la pregunta correcta.

Espero que os sirva la respuesta.